Texto: Leipzig del Carmen Vázquez García
Hoy recuerdo el recorrido que de pequeña hacía de la
mano de mi mamá hasta el círculo infantil Ismaelillo ubicado en el municipio de Río Cauto en la provincia cubana de Granma.
Muchas veces me quedaba llorando y otras tantas las
“seños” tuvieron que utilizar la imaginación para controlar aquellas lágrimas
que luego desaparecían y daban paso a los juegos, las canciones y demás
actividades.
Fueron días de inmensa felicidad, no puedo negarlo y
puede parecer raro que los tenga tan nítidos cuando ya cuento 26 años de vida.
¡Así de profunda fue la huella que dejó ese sitio en
mí!
Todavía hoy, me invade la alegría cuando paso cerca o
por trabajo me corresponde visitar instituciones como estas y veo a pequeños
entrar para hacerse grandes desde el amor y la ternura, porque los círculos
infantiles son sitios reales, casitas
mágicas, lugares para hacer amigos, aprender, crecer, formarse y vivir.
Hace 53 años llegó esa maravilla, exactamente el 10 de
abril de 1961 de la idea y el ingenio del Comandante en Jefe Fidel Castro y el
empuje de la heroína Vilma Espín.
La trayectoria ha sido larga y con muchos obstáculos,
pero signada siempre por la superación constante y el amor infinito.
El resultado se palpa en los miles de niños y niñas que
hoy somos profesionales y técnicos, en fin, cubanos de bien que entregamos todo
a la madre patria.
Para los círculos infantiles, esa obra de infinito amor,
deseo una larga vida que continúen contribuyendo a la formación de otros tantos
infantes que como esta periodista, siempre recordarán el sitio real, la casita
mágica, el lugar donde hice amigos, aprendí, crecí e inicié el camino de la
vida.
Esta crónica es mi tributo, la mejor felicitación que
puedo darles en este cumpleaños.
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